Viernes, 29 de Marzo del 2024
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22º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C: 1 de septiembre 2019
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FELICES LOS QUE DAN, SIN ESPERAR RECIBIR

   Un sábado, Jesús va a comer a la casa de un jefe de los fariseos.

Al ver que los invitados buscan los primeros asientos, Jesús anuncia:

El que se alaba será humillado, y el que se humilla será alabado.

   Luego, al jefe de los fariseos que le ha invitado, le dice:

Al  ofrecer una comida invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos.

 

El que se alaba será humillado, y el que se humilla será alabado

   En la época de Jesús -y ahora también- hay hombres y mujeres

que prefieren figurar, dominar, explotar, tener dinero, y para ello:

-hacen todo lo posible para que sus nombres estén en muchos lugares,

-se abren paso imitando a los ricos y despreciando a los pobres,

-exhiben costosas vestiduras para llamar la atención y ser saludados,

-buscan los primeros asientos en las ceremonias públicas o religiosas,

en las sinagogas (casas de oración) y en los banquetes (cf. Lc 20,46).

   Al respecto escuchemos a Jesús que nos sigue diciendo:

Entre los paganos, las autoridades gobiernan con tiranía,

y cuando oprimen a sus súbditos se hacen llamar bienhechores.

Ustedes no sean así, al contrario,

el más importante entre ustedes compórtese como si fuera el último,

y el que manda como el que sirve (Lc 22,25s).

   Centrando nuestra atención en la Cena del Señor (Eucaristía, Misa),

muchas veces damos más importancia a ciertas costumbres humanas.

Por ejemplo, en las fiestas patronales que empiezan con una Misa,

¿qué lugar ocupan los pobres, los lisiados, los cojos, los ciegos?

     Al respecto, reflexionemos en el siguiente texto (1Cor 11,20-22):

Cuando se reúnen, lo que menos hacen es comer la Cena del Señor,

porque cada uno se apresura a comer su propia cena,

y mientras unos se quedan con hambre, otros están borrachos.

¿No tienen ustedes casas para comer y beber?¿Por qué desprecian

la Iglesia de Dios, avergonzado a los que no tienen nada?

¿Qué puedo decirles? ¿Felicitarles? En esto no puedo alabarles.

Al ofrecer una comida invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos

Desde la Buena Noticia anunciada por Jesús: otro mundo es posible,

donde ayudemos  a los necesitados, como hacen Pablo y Bernabé:

Nos pidieron que nos acordáramos de las personas pobres, lo cual

siempre hemos tratado de hacerlo con cuidado (Gal 2,10;  1Cor 8-9).

   Jesús pone el mundo al revés cuando dice al que le ha invitado:

Cuando ofrezcas un banquete, una comida o una cena,

no invites a tus amigos, hermanos, parientes o vecinos ricos;

porque ellos te invitarán también y recibirás lo mismo que diste.

   Muchos de nosotros cristianos creemos que amamos de verdad,

porque nos desenvolvemos muy bien dentro del pequeño grupo:

de amigos, familiares, vecinos del barrio, compañeros de trabajo…

solo buscando recibir de manera egoísta y con un corazón pequeño.

   Tampoco se trata, como sucede muchas veces,

de relacionarnos con los poderosos, para sacar provecho personal. 

Peor aún -como dice Jesús- devorar los bienes de los pobres,

y para disimularlo hacer largas oraciones (Lc 20,47).

   A continuación, Jesús anuncia al que le invitó esta Buena Noticia:

Cuando des una comida, invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos;

y tú serás feliz porque ellos no pueden pagarte (cf. Lc 14,21).

   Hay una verdadera felicidad que solo conocen aquellas personas

que saben dar con generosidad, sin recibir nada a cambio.

Se trata de invitar a nuestra mesa a los insignificantes y despreciados,

a hombres y mujeres que no nos garantizan escalar, tener éxito social.

Ahora bien, si somos capaces de ver sus sufrimientos y oír sus quejas,

puede ser el inicio para ir a las verdaderas causas de tantas injusticias.

   Al despedirse de la comunidad de Éfeso, Pablo da este testimonio:

No he codiciado la plata, ni el oro, ni los vestidos de nadie.

Ustedes saben que trabajé con mis propias manos,

para conseguir lo necesario para mí y para mis compañeros.

Les enseñé que así se debe trabajar para ayudar a los necesitados,

recordando aquellas palabras del Señor Jesús:

Hay más felicidad en dar que en recibir (Hch 20,33ss;  Ef 4,28).

   Sobre la Opción preferencial por los pobres, nuestros obispos dicen:

El compromiso con los pobres y los oprimidos,

y el surgimiento de las Comunidades de Base

han ayudado a la Iglesia a descubrir

el potencial evangelizador de los pobres (DP, n.1147).  J. Castillo A

 

SIN EXCLUIR

   Jesús asiste a un banquete invitado por “uno de los principales fariseos” de la región. Es una comida especial de sábado, preparada desde la víspera con todo esmero. Como es costumbre, los invitados son amigos del anfitrión, fariseos de gran prestigio, doctores de la ley, modelo de vida religiosa para todo el pueblo.

   Al parecer, Jesús no se siente cómodo. Echa en falta a sus amigos los pobres. Aquellas gentes que encuentra mendigando por los caminos. Los que nunca son invitados por nadie. Los que no cuentan: excluidos de la convivencia, olvidados por la religión, despreciados por casi todos. Ellos son los que habitualmente se sientan a su mesa.

   Antes de despedirse, Jesús se dirige al que lo ha invitado. No es para agradecerle el banquete, sino para sacudir su conciencia e invitarle a vivir con un estilo de vida menos convencional y más humano: No invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes ni a los vecinos ricos porque corresponderán invitándote... Invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.

   Una vez más, Jesús se esfuerza por humanizar la vida rompiendo, si hace falta, esquemas y criterios de actuación que nos pueden parecer muy respetables, pero que, en el fondo, están indicando nuestra resistencia a construir ese mundo más humano y fraterno, querido por Dios.

   De ordinario, vivimos instalados en un círculo de relaciones familiares, sociales, políticas o religiosas con las que nos ayudamos mutuamente a cuidar de nuestros intereses dejando fuera a quienes nada nos pueden aportar. Invitamos a nuestra vida a los que, a su vez, nos pueden invitar. Eso es todo.

   Esclavos de unas relaciones interesadas, no somos conscientes de que nuestro bienestar solo se sostiene excluyendo a quienes más necesitan de nuestra solidaridad gratuita, sencillamente, para poder vivir. Hemos de escuchar los gritos evangélicos del Papa Francisco en la pequeña isla de Lampedusa: La cultura del bienestar nos hace insensibles a los gritos de los demás. Hemos caído en la globalización de la indiferencia. Hemos perdido el sentido de la responsabilidad.

   Los seguidores de Jesús hemos de recordar que abrir caminos al Reino de Dios no consiste en construir una sociedad más religiosa o en promover un sistema político alternativo a otros también posibles, sino, ante todo, en generar y desarrollar unas relaciones más humanas que hagan posible unas condiciones de vida digna para todos empezando por los últimos.       

José Antonio Pagola (2013)

 

LA CATEDRAL DE SANTIAGO DE CHILE

SE RANSFORMA EN UN COMEDOR PARA TRANSEÚNTES

 

Fuente: Religión Digital, 22 de agosto del /2016

http://www.periodistadigital.com/religion/america/2016/08/22/la-catedral-de-santiago-de-chile-se-transforma-en-un-comedor-para-transeuntes.shtml  

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