*Que el Señor te mire con amor y te conceda la paz (Num 6,22-27)
*Dios envía a su Hijo, nacido de una mujer (Gal 4,4-7)
*María observa todo esto y lo medita en su corazón (Lc 2,16-21)
JESÚS VIENE A SALVARNOS
Quienes promueven: corrupción, injusticia, violencia…
son lobos rapaces (Mt 7,15); porque solo buscan amontonar dinero.
Las consecuencias están a la vista: pocos ricos cada vez más ricos,
a costa de una multitud de pobres cada vez más pobres (cf. DP 30).
Muy diferente los gestos y obras de Jesús: sana a los enfermos,
da de comer a los hambrientos, acoge y perdona a los pecadores.
Los pastores van de prisa a Belén
El ángel se aparece no a los sacerdotes ni a los escribas y fariseos,
sino a unos pastores que pasan la noche cuidando sus ovejas.
Ellos al escuchar la Buena Noticia del nacimiento del Salvador,
van de prisa a Belén; allí hallan al Niño acostado en un establo.
Los pastores nos indican el camino para evitar los gastos superfluos,
olvidándonos que el Hijo de María nace pobre y vive en la sencillez.
Tratándose de pastores y de ovejas, escuchemos a Jesús que dice:
Si uno tiene cien ovejas y pierde una, deja las noventa y nueve,
y va en busca de la extraviada hasta encontrarla (Lc 15,3ss).
En otra ocasión, Jesús se presenta como el verdadero Pastor:
El ladrón solo viene para robar, matar y destruir.
Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
Yo soy el buen pastor que da su vida por sus ovejas (Jn 10,10s).
Durante la última cena, después de lavar los pies a sus discípulos,
Jesús les dice: Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien.
Si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies,
también ustedes deben lavarse los pies unos a otros (Jn 13,13ss).
Mientras los malos pastores se apacientan a sí mismos…
buscan sus propios intereses… maltratan a los débiles (Ez 34,1ss)…
Jesús, el Pastor Bueno, va en busca de las ovejas descarriadas…
perdona a los pecadores ofreciéndoles una vida nueva… y siendo
el Buen Samaritano: ve al hombre herido, se compadece, se acerca,
cura sus heridas, le conduce a una posada y se ocupa de cuidarle.
María, observa y medita en su corazón estos acontecimientos
María después de escuchar las palabras del ángel Gabriel, dice:
Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí tu palabra.
Meses después, ella da a luz al Hijo del Padre encarnado en Jesús
(theo-tokos = a Dios-dar a luz). Son numerosos los textos evangélicos
que hablan de María, dejando claro que ella es la madre de Jesús.
La madre de Jesús está en Caná (Jn 2,1-12). Allí, ella dice a Jesús:
No tienen vino… y a los servidores: Hagan todo lo que Él les diga.
Hoy también, hagamos lo que Jesús dice; ayudando, por ejemplo,
a los niños que lloran y a los ancianos que viven en la soledad.
Jesús crucificado, al ver a su madre y junto a ella al discípulo
más querido, dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Después dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre (Jn 19,26s).
María está presente, donde la muerte es semilla de una nueva vida,
ella espera lo imposible, a saber, la Resurrección de su Hijo Jesús.
En su Mensaje por la 54ª JMP (nº 9), el Papa Francisco nos dice:
Como cristianos, fijemos nuestra mirada en la Virgen María,
Estrella del Mar y Madre de la Esperanza. Trabajemos todos juntos
para avanzar hacia un nuevo horizonte de amor y paz,
de fraternidad y solidaridad, de apoyo mutuo y acogida.
No cedamos a la tentación de desinteresarnos de los demás,
especialmente de los más débiles; no nos acostumbremos a desviar
la mirada, sino comprometámonos cada día concretamente
para formar una comunidad compuesta de hermanos
que se acogen recíprocamente y se preocupan los unos de los otros
Al Niño le ponen el nombre Jesús
Para pertenecer al pueblo de Dios, los varones deben circuncidarse.
José y María, fieles a la tradición religiosa de su pueblo (Lev 12,3),
al octavo día del nacimiento del Niño van a Jerusalén; para
circuncidar al Niño y ponerle por nombre Jesús (=Dios salva).
En la Biblia, nombre y persona es lo mismo. Por eso, S. Pablo dice:
Dios exaltó a Jesús y le dio un nombre que está sobre todo nombre,
para que ante el nombre de Jesús, todos doblen las rodillas,
y todos proclamen que Jesucristo es el Señor (Flp 2,9-11).
Que Dios infunda en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo,
para vivir felices como hijos de Dios y hermanos entre nosotros.
Tengamos un Feliz Año Nuevo, lleno de bendición. J. Castillo A
H O Y
Lucas concluye su relato del nacimiento de Jesús indicando a los lectores que María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón. No conserva lo sucedido como un recuerdo del pasado, sino como una experiencia que actualizará y revivirá a lo largo de su vida.
No es una observación gratuita. María es modelo de fe. Según este evangelista, creer en Jesús Salvador no es recordar acontecimientos de otros tiempos, sino experimentar hoy su fuerza salvadora, capaz de hacer más humana nuestra vida.
Por eso, Lucas utiliza un recurso literario muy original. Jesús no pertenece al pasado. Intencionadamente va repitiendo que la salvación de Jesús resucitado se nos está ofreciendo ‘HOY’, ahora mismo, siempre que nos encontramos con Él. Veamos algunos ejemplos.
Así se nos anuncia el nacimiento de Jesús: Os ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador. Hoy puede nacer Jesús para nosotros. Hoy puede entrar en nuestra vida y cambiarla para siempre. Con Él podemos nacer a una existencia nueva.
En una aldea de Galilea traen ante Jesús a un paralítico. Jesús se conmueve al verlo bloqueado por su pecado y lo sana ofreciéndole el perdón: Tus pecados quedan perdonados. La gente reacciona alabando a Dios: Hoy hemos visto cosas admirables. También nosotros podemos experimentar hoy el perdón, la paz de Dios y la alegría interior si nos dejamos sanar por Jesús.
En la ciudad de Jericó, Jesús se aloja en casa de Zaqueo, rico y poderoso recaudador de impuestos. El encuentro con Jesús lo transforma: devolverá lo robado a tanta gente y compartirá sus bienes con los pobres. Jesús le dice: Hoy ha llegado la salvación a esta casa. Si dejamos entrar a Jesús en nuestra vida, hoy mismo podemos empezar una vida más digna, fraterna y solidaria.
Jesús está agonizando en la cruz en medio de dos malhechores. Uno de ellos se confía a Jesús: Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu reino. Jesús reacciona inmediatamente: Hoy estarás conmigo en el paraíso. También el día de nuestra muerte será un día de salvación. Por fin escucharemos de Jesús esas palabras tan esperadas: descansa, confía en mí, hoy estarás conmigo para siempre.
Hoy comenzamos un año nuevo. Pero, ¿qué puede ser para nosotros algo realmente nuevo y bueno? ¿Quién hará nacer en nosotros una alegría nueva? ¿Qué psicólogo nos enseñará a ser más humanos? De poco sirven los buenos deseos. Lo decisivo es estar más atentos a lo mejor que se despierta en nosotros. La salvación se nos ofrece cada día. No hay que esperar a nada. Hoy mismo puede ser para mí un día de salvación.
José Antonio Pagola (2012)
Mensaje para la 54º Jornada Mundial de la Paz: 1º de enero del 2021.
http://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/peace/documents/papa-francesco_20201208_messaggio-54giornatamondiale-pace2021.html