473 años de la creación de la Diócesis de LIMA
149 años de la creación de la Diócesis de HUÁNUCO
70 años de la creación de la Diócesis de HUANCAYO
IGLESIA POBRE ENTRE LOS POBRES
También es verdad que las condiciones de la sociedad contemporánea
muestran con mayor crudeza la distancia que existe
entre el Evangelio de los pobres y un mundo a menudo tan obsesionado
por perseguir los intereses relacionados con la avidez de la riqueza,
convertida en ídolo que domina toda la vida.
Por esta razón, la Iglesia siente cada vez más fuerte
el impulso del Espíritu a ser pobre entre los pobres,
a recordar a todos la necesidad de conformarse con el ideal de pobreza
predicada y practicada por Cristo,
y a imitarlo en su amor sincero y concreto a los pobres.
“La pobreza evangélica, condición esencial de la vida consagrada”
Catequesis de Juan Pablo II, Roma 30 noviembre 1994
- 2014 -
1. Que los obispos sean como padres siempre de los pobres
El 8 de enero de 1537, el Papa Paulo III creó la Diócesis del Cusco,
fue la primera en Sudamérica, y obispo Fr. Vicente de Valverde, OP.
Años más tarde, el 14 de mayo de 1541, el mismo Paulo III creó
la diócesis de Lima, y el primer obispo Fr. Jerónimo de Loayza, OP.
De 1541 a 1865, Huancayo era parte de la Diócesis de Lima.
Luego, en 1546, Lima fue elevada a la categoría de Arquidiócesis,
juntamente con México y Santo Domingo.
Toribio Alfonso de Mogrovejo (1538-1606) fue el segundo arzobispo.
Este santo arzobispo celebró el III Concilio Limense (1582-1583),
donde pide que los obispos sean como padres siempre de los pobres:
Y aunque en todas partes conviene que los obispos -como sucesores
que son de los Apóstoles- muestren doctrina y vida apostólica,
pero por particular y propia razón está claro
que en donde la gentilidad de nuevo es llamada al Evangelio,
como en este nuevo orbe vemos que por la voluntad de Dios
se hace en nuestros tiempos a cabo de tantos siglos,
allí tienen obligación más particular los obispos de satisfacer
a su oficio y estado apostólico con sabiduría y santidad apostólica.
Porque no es posible que las nuevas ovejas de Cristo
sean traídas al rebaño de la Iglesia ni apacentada como conviene,
si los pastores se buscan a sí y no a Jesucristo.
A los que por la divina disposición están ya puestos
o adelante lo estuvieren en tan alta dignidad,
este Santo Sínodo les ruega y encarga, por las entrañas de Cristo,
que pongan el cuidado debido en volver por su dignidad.
Lo cual harán resplandeciendo por el ejemplo de vida
y conversación santa, siendo espiritual guía de sus ovejas,
no mandando con fausto secular, ni amando la torpe ganancia,
ni mostrando en el demasiado regalo y aparato de su mesa
que tienen el gusto en las cosas de este mundo,
sino siendo moderados, benignos, fervientes en el celo de la fe
y como padres siempre de los pobres y cumpliendo su ministerio
con perpetua solicitud de las almas que les están encargadas.
(III Concilio Limense, 3ª acción, capítulo 1º).
2. ¡Oh! ¡Cuán grandes y hermosas almas se ocultan bajo los harapos del pobres!
En el s. XIX, el 17 de marzo de 1865, el Papa Pío IX expidió la Bula:
‘Singulari animi nostri’, creando la Diócesis de Huánuco.
Su primer obispo fue Mons. Manuel Teodoro del Valle y de Seoane
natural de Jauja,1813, y falleció en1889.
Durante 79 años, Huancayo formó parte de la Diócesis de Huánuco.
Mons. Francisco Rubén Berroa y Bernedo (1876-1958), arequipeño,
fue el cuarto obispo, desde 1923 a 1946 en que fue trasladado a Ica.
Mons. Berroa, en 1923, empezó a realizar su primera visita pastoral.
Fruto de ésta y otras visitas pastorales, años más tarde en 1934, publicó:
“Monografía de la Diócesis de Huánuco”.
En las últimas páginas de esta valiosa Monografía, Mons. Berroa,
que llegó hasta Carhuacallanga (Zona Altina del Canipaco), dice:
En Carhuacallanga pueblo notable por su acendrada piedad,
contemplé una escena tierna y grandiosa.
Era un primer viernes de mes, gran parte del pueblo se acercó
a la mesa eucarística, entre ellos toda una familia numerosa;
el acto religioso revistió gran solemnidad.
A la puerta del vetusto templo aguardaban los parientes
de aquellos que tenían la dicha de recibir el pan de los fuertes,
para enseguida conducirlos triunfalmente a sus respectivas casas,
en medio de una lluvia copiosa de flores y cánticos al Señor.
Era curioso ver salir del templo a aquella familia que comulgó
pues no tenían parientes quienes los condujesen como a los demás,
tan solo un pequeñín, de 5 a 6 años, que marchaba delante de ellos
envuelto en un gracioso ponchito, y con sus ennoblecidas manitas
esparcía por el suelo, flores escasas por cierto,
al par que son su voz angelical cantaba como mejor podía
el ‘Kanmi Dios canqui, yúrak Hostia santa’.
Esta comitiva por fin penetra en su pequeña casa,
limpia y modestamente engalanada con flores blancas,
donde pasa el día entregada totalmente a la oración
ya entonando cánticos de amor, ya recitando plegarias fervorosas,
todos en su idioma quechua.
La humilde choza del indio se ha convertido en un templo,
que tiene por sagrario el pecho de cada uno de sus moradores;
cuantos corazones tantos sagrarios vivos.
¡He aquí, señores, cómo el hogar del indígena
se ha convertido en un verdadero cielo!
¡Oh! ¡Cuántas oraciones mezcladas con lágrimas de contrición
se elevan hasta el Trono del Altísimo!
¡Oh! ¡Cuán grandes y hermosas almas se ocultan
bajo los harapos del pobres!
3. El párroco debe considerarse como el padre de los pobres
Por Bula ‘Surpemum apostolatus munus’ del 18 diciembre de 1944,
el Papa Pío XII creó la Diócesis de Huancayo,
siendo su primer obispo Mons. Leonardo José Rodríguez Ballón, OFM.
Posteriormente, el Papa Pablo VI, el 30 de junio de 1966,
a través de la Bula ‘Quam sit christifidelibus utilitate’ la elevó
a la categoría de Arquidiócesis, siendo su primer Arzobispo
Mons. Mariano Jacinto Valdivia y Ortiz (1895-1967).
Al celebrar 70 años de la creación de la Diócesis de Huancayo,
recordemos a Mons. Daniel Figueroa Villón, quien nació en Carhuaz
el 16 de agosto de 1902. Siendo Obispo Auxiliar de Arequipa,
fue trasladado a la Diócesis de Huancayo el 22 de septiembre de1945.
Del 1 al 3 de diciembre de 1952 se celebró el I Sínodo Diocesano.
El art. 100 de las Constituciones de este Sínodo, dice textualmente:
Una de las principales obligaciones del párroco
es socorrer y hacer socorrer a los necesitados de su parroquia;
él debe considerarse como el padre de los pobres
y como tal debe organizar la limosna y su distribución.
Ser ‘padre de los pobres’ es profundamente bíblico,
y está presente en la tradición y magisterio de la Iglesia.
Al respecto, a lo largo de la Sagrada Escritura se anuncia
que Dios es un Padre misericordioso y compasivo que defiende
los derechos de los pobres, viudas, huérfanos y forasteros.
Como ejemplo reflexionemos en las palabras de de Job (31,16ss):
Nunca dejé de socorrer a los pobres en sus necesidades,
ni permití que las viudas pasaran hambre.
Nunca comí yo solo un pedazo de pan,
sin compartirlo con el huérfano.
Desde mi infancia traté al huérfano como un padre,
y siempre fui protector de las viudas.
Cuando veía que alguien tenía necesidad de ropa
o que un pobre no tenía con qué cubrirse,
con la lana de mis propias ovejas les daba calor.
Jamás amenacé a un huérfano
valiéndome de mi influencia con los jueces.
Ser padre de los pobres, en nuestro I Sínodo Diocesano significa:
-Especialmente en cuanto a los indígenas, el Sínodo suplica y amonesta
a los párrocos que se conduzcan con ellos caritativa y paternalmente,
corrigiéndoles y enseñándoles lo que deben saber
para vivir cristianamente (art.44).
-El sacerdote como todo párroco debe huir de la avaricia, exacción
y vejación, más que todo para con los indígenas (art.52).
-El párroco no se contentará con el auxilio corporal, debe derramar
también, sobre todo, el bálsamo del consuelo en las almas
de los necesitados y atribulados,
atender con igual solicitud a los pobres y a los ricos,
tener paciencia con los ignorantes, atribulados;
y jamás humillar al necesitado al ejercer con él la caridad (art.103).
-Los párrocos usarán de caridad para con los pobres
en el cobro de los derechos de arancel,
y en caso de pobreza comprobada o evidente,
la administración deber ser gratis (art.169).
-Los párrocos deben facilitar, por todos los medios posibles,
la celebración del matrimonio entre sus feligreses, especialmente,
cuando viven en relaciones ilícitas y son pobres (art.302).
-Los insolventes, que son los que ganan apenas lo necesario
para subsistir y no poseen otros bienes de fortuna,
están dispensados del pago de estos derechos,
y los párrocos deben atenderlos y administrarles los Sacramentos,
con la misma solicitud que a los demás (art.364).
4. Que las iglesias jamás se conviertan en casas de negocios
Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina
celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta en el día de la
Presentación en el Templo de la Virgen María (21 nov. 2014).
‘El gesto de Jesús en el templo’, como escribe Lucas
en su Evangelio (19,45-48), ‘se puso a expulsar a los que vendían’
-según Francisco- ‘es propiamente una ceremonia de purificación
del templo’. El pueblo de Israel ‘conocía esta ceremonia: muchas veces
ha debido purificar el templo cuando había sido profanado’.
Basta pensar, ha recordado el Papa, ‘en tiempos de Nehemías durante
la reconstrucción del templo’. Era ‘siempre aquel celo
por la casa de Dios, porque el templo para ellos era propiamente
la morada de Dios, era ‘lo sagrado’, y cuando era profanado
debía de ser purificado’.
Por consiguiente, ‘Jesús, en este momento, hace una ceremonia
de purificación’, ha insistido el Papa, confiando: ‘pienso hoy cuanta
diferencia entre este Jesús, celoso de la gloria de Dios, látigo en mano,
y aquel Jesús de doce años, que hablaba con los doctores:
¡cuánto tiempo ha pasado y cómo han cambiado las cosas!’.
En efecto, ‘Jesús, movido por el celo de la gloria del Padre,
realiza este gesto, esta ceremonia de purificación:
el templo había sido profanado’. Pero, ‘no solo el templo,
con el templo, el pueblo de Dios, profanado con el pecado
sumamente grave que es el escándalo’.
Siempre con referencia el episodio evangélico,
Francisco ha remarcado que ‘la gente era buena, iba al templo, no veía
estas cosas; buscaba a Dios, rezaba’. Pero ‘debía cambiar las monedas
para realizar las ofrendas y lo hacía allí’.
Propiamente, para buscar a Dios ‘el pueblo de Dios iba al templo,
no por aquellos que vendían’. La gente ‘iba al templo por Dios’.
Y ‘allí estaba la corrupción que escandalizaba el pueblo’.
A este propósito, el Papa recordó ‘una escena bíblica muy bella’
que se recuerda también en la fiesta de la presentación de María:
‘Cuando la madre de Samuel fue al templo, oraba para pedir la gracia
de un hijo y susurraba en silencio sus oraciones. El sacerdote, anciano,
pobre, pero un tanto corrupto’, le dice, ‘que estaba borracha’.
En aquel momento ‘sus dos hijos sacerdotes sacaban provecho
de la gente y de los peregrinos, escandalizaban al pueblo:
el pecado del escándalo’. Pero la mujer, ‘con mucha humildad,
en vez de decir dos palabras fuertes a aquel sacerdote, explicó
el motivo de sus angustia’. Así, ‘en medio de la corrupción,
de aquel momento’ estaba ‘la santidad y la humildad
del pueblo de Dios’.
Pensemos, ha continuado el Papa, a ‘tanta gente que esperaba
que Jesús hiciera la limpieza con el látigo’. Escribe Lucas:
‘Todo el pueblo estaba pendiente de sus labios en escucharlo’.
Justamente, a la luz del gesto de Jesús ‘pienso en el escándalo
-ha afirmado Francisco- que podemos dar a la gente
con nuestra actitud, con nuestros hábitos no sacerdotales en el templo;
el escándalo del comercio, el escándalo de la mundanidad’.
En efecto, ‘cuántas veces vemos que entrando en un templo, aún hoy,
está la lista de los precios: bautismo, tanto; bendición, tanto;
intención de misa, tanto…’. Y ‘el pueblo se escandaliza’.
El Papa ha recordado también un suceso que lo ha marcado
muy de cerca: ‘Una vez, recién ordenado sacerdote, yo estaba con un
grupo de universitarios, y con una pareja de novios que quería casarse.
Habían ido a una parroquia, querían hacerlo con la misa. Y allí, el
secretario parroquial dijo: -‘No, no: no se puede’. -‘Pero, ¿por qué no
se puede con la misa, si el Concilio recomienda hacerlo siempre con
la misa?’. -‘No, no se puede, porque más de 20 minutos no se puede’.
-‘Pero, ¿por qué?’. -‘Porque hay otros turnos’. -‘Pero, ¡nosotros
queremos la misa!’. -‘Entonces ¡paguen dos turnos!’. Así, ‘para
casarse con misa tuvieron que pagar dos turnos’. Esto, ha subrayado
el Papa ‘es pecado de escándalo’. Y ‘nosotros sabemos lo que dice
Jesús a aquellos que son causa de escándalo:
Mejor ser tirados al mar’.
Es un hecho, ‘cuando los que están en el templo
-sean sacerdotes, laicos, secretarios que se ocupan de administrar
en el templo la pastoral del templo- se vuelven especuladores, el pueblo
se escandaliza’. Y ‘nosotros somos responsables de esto, también
los laicos, ¡eh! todos’. Porque -ha explicado Francisco- ‘si yo veo que
en mi parroquia se hace esto, debo tener el coraje de decírselo
al párroco en su cara’, caso contrario, ‘la gente sufre ese escándalo’.
Y ‘es curioso’, ha proseguido del Papa, que ‘el pueblo de Dios sabe
perdonar a sus sacerdotes, cuando tienen una debilidad, resbalan sobre
un pecado’. Pero, ‘hay dos cosas que el pueblo de Dios no puede
perdonar: a un sacerdote apegado al dinero y a un sacerdote que
maltrata a la gente. No es capaz de perdonar’. No perdona el escándalo
cuando el templo, la ‘casa de Dios’, se vuelve una ‘casa de negocios’,
justo como sucedió con ‘aquel matrimonio:
se alquilaba la iglesia’ por ‘un turno, dos turnos de alquiler’.
En el texto del Evangelio, Lucas no dice que ‘Jesús está enojado’.
Lo que tiene Jesús ‘es celo por la casa de Dios, que es más que la
rabia’. Pero, se ha preguntado el Papa, ‘¿por qué Jesús
actúa así? Él lo había dicho y lo repite de otra manera aquí: no se
puede servir a dos señores. O das culto a Dios vivo,
o das culto al dinero, al dinero’. Y ‘aquí la casa de Dios vivo
se ha convertido en casa de dinero, era propiamente el culto al dinero’.
Jesús por el contrario dice: ‘Está escrito: mi casa será casa de oración.
Ustedes en cambio la han hecho una cueva de ladrones’.
Así, ‘distingue claramente las dos cosas’.
En consecuencia, ‘no se puede servir a dos señores.
Dios es absoluto’. Pero hay otra cuestión: ‘¿por qué Jesús está contra
las monedas, contra el dinero?’. Porque -ha respondido Francisco-
‘la redención es gratuita, la gratuidad de Dios’. Jesús, de hecho,
‘viene a traernos la gratuidad total del amor de Dios’. Por eso,
‘cuando la Iglesia o las iglesias se vuelve especuladoras, se dice que…
¡eh, no es tan gratuita la salvación!’.
Y es precisamente ‘por esto que Jesús toma el látigo
para hacer este rito de purificación en el Templo’.
La fiesta litúrgica de la presentación de María en el templo
ha motivado al Papa una oración. Recordando que la Virgen entra
en el templo como una ‘mujer sencilla’, Francisco ha suplicado
que esto ‘nos enseña a todos nosotros -a todos los párrocos, a todos
aquellos que tenemos responsabilidades pastorales- a mantener limpio
el templo’ y ‘a recibir con amor a aquellos que vienen, como si cada
uno de ellos fuera la Virgen’.
L'Osservatore Romano, n. 267, 22 noviembre 2014
J. Castillo A. - Huancayo, 18 diciembre 2014.