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NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN
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1º Domingo de Cuaresma, ciclo C: 14 de febrero del 2016

Deut 26,4-10  -  Rom 10,8-13  -  Lc 4,1-13

 

NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN

Cuaresma es un tiempo favorable para convertirnos, cambiar nuestra

manera de vivir, nuestro corazón… sobre todo cuando buscamos:

el tener… el poder… el figurar…”; dejando de lado lo esencial

de la fe cristiana: morir con Cristo para vivir con Él (Rom 6,1-11).

Sigamos el ejemplo de Jesús que vence a “satanás, diablo, tentador

con la Palabra de Dios, luz verdadera que alumbra en las tinieblas.

 

Dile a esta piedra que se convierta en pan

   Jesús durante cuarenta días no come nada y, al final, tiene hambre.

Fue entonces cuando el “diablo” le pide convertir la piedra en pan,

pero Jesús responde: No solo de pan vive el hombre (Deut 8,2s).

   Actualmente, hay personas y empresas que solo buscan amontonar

riquezas materiales, explotando a los pobres y destruyendo la tierra.

Son los intereses de grupos económicos que arrasan irracionalmente

las fuentes de vida en perjuicio de naciones enteras (DA, n.471).

Las consecuencias están a la vista: sufrimiento, miseria, hambre…

   Jesús sabe que el anhelo más profundo de todos, ricos y pobres,

no se satisface solo con el alimento material. Por eso, más tarde dirá:

Ustedes me buscan porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen

no por el alimento que se acaba, sino por el alimento que permanece

y da vida eterna; el que les dará el Hijo del Hombre (Jn 6,26s).

   El Papa Juan Pablo II, después de escuchar a los esposos Chero

que le dicen: tenemos hambre, sufrimos miseria, nos falta trabajo…

pero creemos en el Dios de la Vida…; muy conmovido responde:

Veo que hay aquí un hambre de Dios. Este hambre constituye una

verdadera riqueza, es la riqueza de los pobres que no se debe perder.

Hay aquí un hambre de pan. El Señor nos ha enseñado a rezar:

“danos hoy nuestro pan de cada día”. Entonces, se debe hacer todo

para preparar y para llevar este pan de cada día a los hambrientos

de pan… Yo les deseo que sean hambrientos de Dios, pero no del pan

de cada día… (En Villa El Salvador, Lima, 5 febrero 1985).

 

Te daré el poder y la gloria, si te arrodillas ante mí

   Después, el “diablo” lo lleva a un lugar muy alto. Desde allí, Jesús

mira todos los reinos de la tierra, donde hay opresores y oprimidos.

Mientras Jesús buscará introducir el Reino de Dios y su justicia,

el “diablo” le ofrece: poder y gloria, si se arrodilla delante de él.

Jesús reacciona diciendo: Al Señor, tu Dios, adorarás (Deut 6,10-15).

   Sin embargo, hoy en día, hay personas creyentes que solo buscan

el poder económico, se arrodillan ante los minerales… y siguen

los pasos del pueblo hebreo que, liberado de la esclavitud de Egipto,

se aparta del camino de Dios para adorar un becerro de oro.

   Al respecto, escuchemos al Papa Francisco: La crisis financiera

que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda

crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano!

Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro

de oro (Ex 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada

en el culto del dinero y en la dictadura de la economía sin rostro

y sin un objetivo verdaderamente humano… Más adelante el Papa

añade: ¡El dinero debe servir y no gobernar! (EG, 2013, n. 55 y 58).

 

Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo

   Luego, desde lo más alto del templo, el “diablo” dice a Jesús:

Tírate de aquí abajo que Dios encargará a sus ángeles que te cuiden.

Se trata de usar a Dios y al prójimo para figurar, triunfar, tener éxito.

Jesús reacciona diciendo: No tentarás al Señor, tu Dios (Deut 6,16).

   En nuestros días, mientras el pueblo anda de abismo en abismo,

hay personas creyentes que no cesan de viajar de cumbre en cumbre,

de reunión en reunión… buscando prestigio, aplauso, condecoración.

   Muy diferente el camino que Jesús nos muestra con su ejemplo:

Los reyes de las naciones dominan y los que imponen su autoridad

se hacen llamar bienhechores. Ustedes no sean así. Al contrario,

el más importante entre ustedes compórtese como si fuera el último,

y el que manda como el que sirve… Yo estoy en medio de ustedes

como quien sirve (Lc 22,24ss. Cf. Jn 13,12-17). 

   Sigamos reflexionando en las siguientes palabras del Vaticano II:  

No impulsa a la Iglesia ambición terrena alguna. Solo desea una cosa:

continuar, bajo la guía del Espíritu Santo, la obra misma de Cristo,

quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad… para salvar

y no para juzgar… para servir y no para ser servido (GS, n.3). 

J. Castillo A.

 

NO DESVIARNOS DE JESÚS

   Las primeras generaciones cristianas se interesaron mucho por las pruebas y tensiones que tuvo que superar Jesús para mantenerse fiel a Dios y vivir siempre colaborando en su proyecto de una vida más humana y digna para todos.

   El relato de las tentaciones de Jesús no es un episodio cerrado, que acontece en un momento y en un lugar determinado. Lucas nos advierte que, al terminar estas tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión. Las tentaciones volverán en la vida de Jesús y en la de sus seguidores.

   Por eso, los evangelistas colocan el relato antes de narrar la actividad profética de Jesús. Sus seguidores han de conocer bien estas tentaciones desde el comienzo, pues son las mismas que ellos tendrán que superar a lo largo de los siglos, si no quieren desviarse de Él.

   En la primera tentación se habla de pan. Jesús se resiste a utilizar a Dios para saciar su propia hambre: No solo de pan vive el hombre. Lo primero para Jesús es buscar el Reino de Dios y su justicia: que haya pan para todos. Por eso acudirá un día a Dios, pero será para alimentar a una muchedumbre hambrienta.

   También hoy nuestra tentación es pensar solo en nuestro pan y preocuparnos exclusivamente de nuestra crisis. Nos desviamos de Jesús cuando nos creemos con derecho a tenerlo, y olvidamos el drama, los miedos y sufrimientos de quienes carecen de casi todo.

   En la segunda tentación se habla de poder y de gloria. Jesús renuncia a todo eso. No se postrará ante el diablo que le ofrece el imperio sobre todos los reinos del mundo: Al Señor, tu Dios, adorarás. Jesús no buscará nunca ser servido sino servir.

   También hoy se despierta en algunos cristianos la tentación de mantener, como sea, el poder que ha tenido la Iglesia en tiempos pasados. Nos desviamos de Jesús cuando presionamos las conciencias tratando de imponer a la fuerza nuestras creencias. Al Reino de Dios le abrimos caminos cuando trabajamos por un mundo más compasivo y solidario.

   En la tercera tentación se le propone a Jesús que descienda de manera grandiosa ante el pueblo, sostenido por los ángeles de Dios. Jesús no se dejará engañar: No tentarás al Señor, tu Dios. Aunque se lo pidan, no hará nunca un signo espectacular del cielo. Solo hará signos de bondad para aliviar el sufrimiento y las dolencias de la gente.

   Nos desviamos de Jesús cuando confundimos nuestra propia ostentación con la gloria de Dios. Nuestra exhibición no revela la grandeza de Dios. Solo una vida de servicio humilde a los necesitados manifiesta su Amor a todos sus hijos.

José Antonio Pagola (2013)

 

 

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