Arzobispado de Huancayo.


El Arzobispado de Huancayo, es una jurisdicción eclesiástica de la Iglesia católica en el Perú, sede metropolitana de la provincia eclesiástica de Huancayo, con dos sedes sufragáneas: Huánuco, Tarma.
La jurisdicción de la arquidiócesis comprende 5 Vicarias en las provincias de Yauli, Jauja, Concepción, Chupaca y Huancayo, con 44 Parroquias a su servicio.

“CON CRISTO SOMOS IGLESIA SOLIDARIA Y MISIONERA”

Nuestro objetivo es promover la SOLIDARIDAD, con acciones misioneras en nuestras zonas, reforzando las estructuras pastorales y la red de mensajeros e impulsando caminos de integración de nuestros grupos, comunidades y areas pastorales hacia una parroquia, “Comunidad de Comunidades”.

Un mensaje de nuestro Arzobispo


Queridos hermanos y hermanas.

He encontrado el hilo en mi historia, donde Dios sigue llamandonos a la misión. Pero Una misión que no la podemos realizar solos, nos necesitamos todos, Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, y tantos laicos, jovenes y niños, ancianos y adultos. Autoridades civiles, militares, instituciones educativas y fuerzas civiles, que nos unamos todos para que como San José, volvamos a recuperar nuestras más profundas esperanzas de un mundo más fraterno, solidario, justo, verás y comprometido con el bien común.

Pidamos a María, Nuestra señora de Cocharcas, que nos guie, para que con Cristo como lo sostuvo ella, seamos IGLESIA SOLIDARIA Y MISIONERA.

LET’S WORK TOGETHER!

Nuestras Vicarias Pastorales

Pastoral
Juvenil

Pastoral
Quechua Hablantes

Pastoral
Social

Areas pastorales

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Peregrinos de esperanza

El próximo Jubileo, por tanto, será un Año Santo caracterizado por la esperanza que no declina, la esperanza en Dios. Que nos ayude también a recuperar la confianza necesaria —tanto en la Iglesia como en la sociedad— en los vínculos interpersonales, en las relaciones internacionales, en la promoción de la dignidad de toda persona y en el respeto de la creación. Que el testimonio creyente pueda ser en el mundo levadura de genuina esperanza, anuncio de cielos nuevos y tierra nueva (cf. 2 P 3,13), donde habite la justicia y la concordia entre los pueblos, orientados hacia el cumplimiento de la promesa del Señor.

Dejémonos atraer desde ahora por la esperanza y permitamos que a través de nosotros sea contagiosa para cuantos la desean. Que nuestra vida pueda decirles: «Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor» (Sal 27,14). Que la fuerza de esa esperanza pueda colmar nuestro presente en la espera confiada de la venida de Nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la alabanza y la gloria ahora y por los siglos futuros.

Spes non confundit (BULA DE CONVOCACIÓN DEL JUBILEO ORDINARIO DEL AÑO 2025)